Cuando reconocemos al otro, le damos existencia

14.09.2012 19:53

Como seres sociales que somos, nos identificamos a partir del reconocimiento del otro.  Ese reconocimiento lo hacemos por medio del lenguaje y de la interacción,  que le dan coordenadas a mi vida, llenándola de significados (Berger y Luckman, 1998).  Cuando el otro me ve, me habla, me admira, así sea en las cosas más simples, me da existencia.  Por ejemplo el niño privado de afecto y atención humana tiende a deshumanizarse, a no conectarse con los otros, generando en muchos casos problemas psicológicos fuertes.

Por tanto como seres humanos imperiosamente necesitamos de los otros, no sólo para reconocernos dentro de un espacio social, sino también para reconocernos nosotros mismos; pues a partir del reconocimiento del otro creo mi propia identidad, la defino y la mantengo.  De modo que, me reconozco en un lugar, un tiempo, un círculo social, una familia, una cultura, una profesión, etc.  Dando así conciencia de mi existencia y la de los otros.

El otro es un espejo en el cual me proyecto, me reconozco, me identifico, me relaciono y me comunicó.  Desde que nacemos y mucho antes del nacimiento, necesitamos de la interacción con los otros.  Inicialmente y en la mayoría de los casos lo hacemos con nuestra madre, con nuestro padre, quienes nos dan el mayor reconocimiento de existencia al ser llamados con un nombre y presentados en sociedad, empezando por nuestra familia.  Pero esto no es suficiente, y entonces emprendemos la búsqueda de nuestros propios lazos sociales en diferentes espacios como la escuela, lugares de esparcimiento, en la universidad, en el trabajo, las redes sociales, etc; estableciendo relaciones cercanas de interacción y acercamiento de amistad, amor, compañerismo, socialización, etc. Que nos permiten construirnos como sujetos.

Estas interacciones podríamos asumirlas como relaciones que nos dan existencia cara a cara desde la cotidianidad, no obstante otras formas de darnos existencia es a partir de las interacciones indirectas donde somos nombrados sin hacer presencia (Berger y Luckman, 1998).  Pero hacemos parte de la existencia de los otros, como es el caso de personas quienes leemos, escuchamos o mencionamos, sin necesidad de tenerlas cerca.

Por tanto el reconocimiento me da existencia en la medida en que soy importante para la existencia de los otros, pues si no estoy, no soy, no existo. O si no pensemos ¿cómo sería la vida si no pudiéramos comunicarnos y relacionarnos con los otros?

 

Autora: Claudia Milena Pabón Echeverry

 

 

Referencias Bibliográficas

  • Berger y Luckmann, 1998, La Construcción Social de la Realidad. 15ª. Reimpresión. Amorortu. Buenos Aires.
  • Berger, 1967,  Introducción a la sociología. Limusa Wiley. México, 1ªedición

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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